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STEVE JOBS: "If today was the last day of my life, would I want to do what I'm doing today? And If the answer was no for too many days in a row, I would definately know that I need to change something."

martes, 27 de enero de 2015

ANDERSOL

¿Alguna vez te ha pasado que pensando en alguna cosa tan grande como el universo no piensas? Es decir, dejas de pensar. Dejémoslo en inexplicable o sin sentido, aun algún iluminado crearía el smart-univere 2.0, ya lo veo. 

Saturno, el planeta mágico. El gracioso de la clase. El más bello entre los bellos. El gran  planeta brillante, no por su interior, sino por sus grandes anillos. Capaz de deslumbrarte con su luz en la retina, aquella que se queda unos minutos  mas, incluso cuando no lo miras. Aquella luz que deseas que nunca se vaya. La que quisieras ver cada día al levantarte o no,  e incluso imaginarte el mundo ideal viviendo en él, arropado entre sus anillos. Pero, ¿Qué encuentras en su interior?, seguís viviendo en dos mundos totalmente diferentes. Gas. Aire. Si estuviésemos en Alguaira lo llamaríamos "boira". Compraste un anillo de diamantes y te vendieron polvo, o polvos, te equivocaste. Creías estar en el cielo y el universo te comió. Te vendieron una cerveza sin alcohol. 

Saturno fue como la luz que ilumina todo el universo. Como la mosca al ver la luz azul, esperando la descarga letal. Ella iluminaba mientras la Tierra se destruía ella misma como si de un episodio de "50 sombras de Grey" se tratara. Des del primer día: desigual. El potencial y dimensión de Saturno nunca fueron ni serán comparables. La distancia de los dos era tan difícil de imaginar que sabe a poco. Tan solo intentar acercarte provoca tanto frío que es totalmente imposible, ni una cebolla.  Antes de la invención del telescópico, Saturno era el planeta más lejano.  El ultimo. El ultimo antes del gran universo. El ultimo antes de la gran ventana. Seguramente todo el mundo tendrá un Saturno en su vida, lo que no todo el mundo encuentra,  y con eso seguramente me estoy incluyendo, es su gran telescopio. Aquel que le abra su ventana. Su universo por descubrir.  

Marte, el planeta rojo. Tu salvación. Preocupado en buscar y encontrar algo, llámalo agua, donde cogerte. Alguna cosa que te salve de caerte en el  gran agujero negro, cuyo destino es inexplicable y confuso. Te pusieron una bolsa en la cabeza y te llevaron al desierto más profundo cuando, de repente, empezabas a desnutrirte. Dedicabas todos los esfuerzos buscando oasis en vez de contemplar, tocar y descubrir lo que tenías justo delante de ti. No un oasis cualquiera. ¿Y si estamos buscando, como si tuviésemos los ojos cerrados, la gran solución a la vida en la Tierra y nos estamos perdiendo una gran aurora boreal roja en nuestro cielo que dibuja nuestro camino? Tenías sed y buscabas, tan solo, agua. Sin preguntar si estaba embotellada o no. Con Marte tuviste tu oasis, pero como todas las imaginaciones, el final es duro. Caíste en las duras rocas ardientes de nuevo, al ritmo que ella iba desapareciendo, como cualquier oasis.  

¿Cuántos planetas hay en tu universo? ¿Estás seguro? Entonces, también necesitaras, corrijo necesitaremos, un telescopio mucho más grande y potente. Puede que encontremos un Plutón. Si, pequeño. Caliente. Y con tres lunas. O nuestro Júpiter, el más inmenso dentro de los grandes que, hasta ahora, podemos conocer. Pero, al mismo tiempo, tan pequeño como la estrella que más brilla.  


Es posible que, sin ayuda tecnológica, nunca hayas visto un planeta. Tal vez, algún punto brillante. Tal vez, algunos puntos brillantes que hacen formas. Tal vez, algún punto brillante que destaca. Tranquilo, hoy en día también los puedes comprar. Como aquel que pasea en ramblas. Aunque nunca será lo mismo que ver una estrella fugaz pasando por tu vida y dejando un largo e intenso destello de luz. Puede ser una pista, una ayuda, la respuesta a nuestras preguntas como les ocurre con los reyes magos. Solo que esta vez, espero que no sea magia. 

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