¿Alguna vez
te ha pasado que pensando en alguna cosa tan grande
como el universo no piensas? Es
decir, dejas de pensar. Dejémoslo en
inexplicable o sin sentido, aun algún iluminado crearía el smart-univere 2.0, ya lo veo.
Saturno, el planeta mágico.
El gracioso de la clase. El más bello entre los bellos. El gran planeta brillante, no por su interior, sino
por sus grandes anillos. Capaz de
deslumbrarte con su luz en la retina, aquella que se queda unos minutos mas, incluso cuando no lo miras. Aquella luz
que deseas que nunca se vaya. La que
quisieras ver cada día al levantarte o no, e incluso
imaginarte el mundo ideal viviendo en él, arropado entre sus anillos. Pero,
¿Qué encuentras en su interior?, seguís
viviendo en dos mundos totalmente diferentes. Gas. Aire. Si estuviésemos en Alguaira lo llamaríamos "boira".
Compraste un anillo de diamantes y te vendieron polvo, o polvos, te equivocaste. Creías estar en el cielo y el universo te comió. Te vendieron una cerveza sin alcohol.
Saturno fue como la luz que ilumina todo el universo. Como la mosca al ver la luz
azul, esperando la descarga letal. Ella iluminaba
mientras la Tierra se destruía ella misma como si de un episodio de "50 sombras de Grey" se tratara. Des del
primer día: desigual. El
potencial y dimensión de Saturno nunca fueron ni serán comparables. La distancia de los dos era tan difícil de imaginar que sabe a poco.
Tan solo intentar acercarte provoca tanto frío que es totalmente imposible, ni
una cebolla. Antes de la invención del telescópico, Saturno
era el planeta más lejano. El
ultimo. El ultimo antes del gran universo. El ultimo antes de la gran ventana. Seguramente todo el mundo tendrá un Saturno en su vida, lo
que no todo el mundo encuentra, y con eso seguramente me estoy incluyendo, es su gran telescopio.
Aquel que le abra su
ventana. Su universo por descubrir.
Marte, el planeta rojo. Tu
salvación. Preocupado en buscar y encontrar algo, llámalo agua,
donde cogerte.
Alguna cosa que te salve de caerte en el gran agujero negro, cuyo destino es inexplicable y confuso. Te pusieron una bolsa en la cabeza y te llevaron al desierto más profundo cuando, de repente, empezabas a desnutrirte. Dedicabas todos los esfuerzos
buscando oasis en vez de contemplar,
tocar y descubrir lo que tenías justo delante de ti. No un oasis cualquiera.
¿Y si estamos buscando, como
si tuviésemos los ojos cerrados, la gran solución a la vida en la
Tierra y nos estamos perdiendo
una gran aurora boreal roja
en nuestro cielo que dibuja nuestro camino? Tenías sed y buscabas, tan solo, agua. Sin preguntar si estaba
embotellada o no. Con Marte tuviste tu oasis, pero como todas las
imaginaciones, el final es duro. Caíste en las duras rocas ardientes de nuevo, al ritmo que ella iba
desapareciendo, como cualquier oasis.
¿Cuántos planetas hay en tu
universo? ¿Estás seguro? Entonces, también necesitaras, corrijo necesitaremos, un telescopio mucho más
grande y potente. Puede que
encontremos un Plutón. Si, pequeño. Caliente. Y con tres lunas. O nuestro Júpiter, el más inmenso dentro de los grandes
que, hasta ahora, podemos conocer. Pero, al mismo tiempo, tan pequeño como la
estrella que más brilla.
Es posible que, sin ayuda
tecnológica, nunca hayas visto un planeta. Tal
vez, algún punto brillante. Tal vez, algunos puntos brillantes que hacen formas. Tal vez, algún punto brillante
que destaca. Tranquilo, hoy en día también los puedes comprar. Como aquel que pasea en ramblas. Aunque
nunca será lo mismo que ver
una estrella fugaz pasando por tu vida y dejando un largo e intenso destello de luz. Puede ser una pista, una
ayuda, la respuesta a nuestras preguntas como les ocurre con los reyes magos. Solo que esta vez, espero que no sea magia.